Al pueblo de Corn Island y en general, En estos tiempos de COVID-19 y a pesar de estar menos de 600 kilómetros de casa he estado pensando ba...

Mensaje a población de Corn Island ante situación de coronavirus


Al pueblo de Corn Island y en general,


En estos tiempos de COVID-19 y a pesar de estar menos de 600 kilómetros de casa he estado pensando bastante en mis lugareños y de cómo están o deben de estar viviendo las consecuencias de esta pandemia; tiempos duros que azota a todo el mundo, pero especialmente a aquellos pueblos y comunidades que tienen una economía circular o que depende de lo externo.


Siento que en estos últimos dos años las cosas han sido duras para la tan anhelada y deseada perla del Caribe nicaragüense, un lugar dónde muchos solo conocen de su belleza, pero no de cómo se sustenta; y con la actual emergencia sanitaria internacional las cosas han sido un poquito o más difícil para este pueblo durante estos últimos meses.

Ha habido muchos post que he estado leyendo durante los últimos meses, tanto de gente y medios locales como de personas ajenas a la realidad; publicaciones que hablan sobre cerrar fronteras locales, cerrar todo… es decir una cuarentena general en las Corn Islands; idea que fue o es aceptada por algunos, criticada por otros, pero a la vez que parece un poquito inconsciente e ilógico por parte de cierta parte de la población.

No soy economista ni estudio alguna carrera relacionado al mismo, mucho menos estoy afiliado al campo de la medicina, pero para el mundo, Nicaragua, el Nicaribe y Corn Island trataré de explicar — desde mi humilde punto de vista— porque no se ha cerrado la isla y por qué a cierto punto no es recomendable.

Desde hace más de 15 años la economía de Corn Island ha venido creciendo gracias a la industria turística extranjera, que fue disminuyendo desde el año 2018; quizá se había levantado o se estaba levantando en el pacífico del país, pero apenas se estaba reviviendo en la perla del Caribe durante los últimos meses, pero hoy día todo eso ha cambiado.

En la actualidad ya no hay turistas extranjeros mucho menos nacionales que están llegando a las islas, por lo que varios negocios (restaurantes, comedores, bares, hostales…), principalmente de dueño locales han tenido que cerrar temporal o definitivamente; y a pesar de la situación económica heredada por el 2018, en los últimos meses muchos locales estaban reabriendo sus negocios dado a que la actividad turística se estaba reviviendo, pero desde que el Coronavirus empezó a expandir por el mundo, obviamente la situación empeoró; los que tenían vuelos, hoteles o hostales reservados cancelaron todo, obviamente para no viajar en tiempos en dónde el mundo enfrentaba una enfermedad desconocida.

Esto provocó el cierre temporal de la mayoría de los negocios turísticos, quienes apenas estaban volviendo a ver la luz del día, a respirar. Un ingreso menos al final.

A parte de la industria turística, la económica de Corn Island depende en su mayoría de las dos empresas de maricos, PASENIC y CAF, exportadores de productos a algunos territorios de las islas caribeñas, Europa, Estados Unidos e incluso hacia el mismo continente nicaragüense. Estas dos empresas proveen trabajo a más de cuatrocientas personas (aproximadamente), distribuyéndose en el área de proceso, administración, mantenimiento, entre otras.

Debido al cierre de las fronteras por el COVID-19, estás empresas dejaron de exportar productos (de lo que manejo hasta la fecha), afectando su funcionamiento habitual y por supuesto ingreso, algo que en el futuro podría afectar a los empleadores o quizás ya están siendo afectados, por ende, sus familiares también.

Las mismas empresas brindan a la comuna un porcentaje de cada langosta o pescado que compran; fondos que son ocupados para distintos proyectos, quizá para parte de su planilla, becas a estudiantes, entre otras.

Sucede que en la actualidad y desde marzo la zona del Caribe esta en veda de langosta, por lo que no está permitido pescar este reptantia. La langosta es como oro para los cornaileños, principalmente para los que su oficina es el mar, y en esta época es cuando menos ingresos tienen los mismos. E incluso ahorita es algo imposible vender ciertas cantidades de pescados a las empresas, ya que ya tienen suficientes productos almacenados, y si la situación sigue después de la veda (que termina en julio) será algo complicado vender langostas. Esto también perjudica a muchos.

Otra parte de la población isleña reciben sus ingresos de lo que venden diariamente en sus negocios como pulperías, farmacias, misceláneas, pastelerías, entre otras. Los clientes de estás personas obviamente son los que trabajan en las distintas industrias que están siendo afectados por esta situación.

Solo hay un mínimo porcentaje de personas de Corn Island que reciben su salario desde el Gobierno Central, aquellos que trabajan en el Ministerio de Educación, Ministerio de Salud, Policía, Migración, entre otros ministerios e instituciones del estado que se encuentran en la isla. Por otra parte, las instituciones municipales como la alcaldía, sus empresas y demás áreas dependen del impuesto local que entra a través de diversos sectores (impuestos de negocios, entrada y salida de barcos de carga, recibo de agua…). Este es otro sector que está siendo afectado por la situación.
Hay un mínimo de porcentaje de la población que trabajan y reciben su sueldo de organizaciones no estatales, sean nacionales o transnacionales. Y hay otros quienes tienen trabajos informales que depende tanto de la industria turística como de la entrada y salida de cargas. Esta gente son igual los más afectados.

Y más allá de pensar en lo económico, hay que pensar también en la condición de vida de cada persona, porque cada cabeza o miembros de familia que trabajan en los distintos sectores que mencione anteriormente tienen a otras personas quienes dependen de ellos, puede que sea algún otro pariente que esté muy delicado de salud, hijos que están estudiando fuera del municipio o adentro; o los mismos abuelos que dependen de ellos.

Es cierto, la situación esta afectando a todo el mundo, ¿pero por qué digo que más a Corn Island, en el caso de Nicaragua? Pues porque todos los sectores que levanta la económica y hace que fluye el dinero están estancados. La económica local es circular, es decir que la gente invierte-compra entre ellos mismos, los dueños de negocios compran de Managua, Masaya, Chontales, de Bluefields (…) las verduras, frutas, medicinas para las farmacias (…) y luego lo venden localmente.

Es una situación muy complicado pero que merece ser asumida con responsabilidad, ¿cómo? No pensando que la única solución es cerrarnos ante el mundo, porque son contados las personas quienes siembran en sus patios vegetales o frutas, y aún si hay muchos quiénes lo hacen, no podrán o no darían todo o gran parte de lo que tienen a otras personas, porque esto representaría un escasez para ellos y su familia en un futuro.

Hay personas extranjeras que tienen negocios en la isla y no son tan afectados como los locales, hay quienes viven allí, pero cobran una pensión mensualmente de algún país en el extranjero y así sucesivamente. Es decir, no todos y cuando digo no todos, la mayoría no tienen otra opción de ingreso, por lo tanto, siguen y seguirán trabajando, sacrificándose diariamente.

Una vez leí el comentario de alguien en Facebook al respecto de está situación que decía: “que cierran la isla, de todos modos, esos negros tienen plantas frutales y pescado para toda la vida”, el cual me pareció una expresión de ignorancia, ya que la realidad local es otra.

La situación ha estado tan difícil para algunos que ahora es común ver algunas personas vendiendo en las calles pescados, pan, (…) lo que no es común o parte de la cultura local; mientras otros están buscando como emprender alguna iniciativa para generar ingresos, que igual resulta algo difícil con el contexto actual.

Lo que tenemos que aprender todos — y lo digo como individuo que vive y estudia en una ciudad que actualmente tiene varios o muchos casos de coronavirus — es de saber cómo cuidarnos, saber qué medidas tomar desde nuestros trabajos y casas, es la única manera de poder estar seguro; porque aunque suena feo decirlo y creo que el mismo Dios lo sabe, una enfermedad llega a todos lados, a algunos lugares más rápido o antes que otros, pero nuestra capacidad de razonamiento debería de permitirnos saber que lo único que hay que hacer es cuidarnos y por supuesto informarse bien.

Si pasan cinco años y aún está el Coronavirus, ¿seguiremos pensando que hay que estar encerrados para siempre? ¿a caso la solución no está en práacticar el distanciamiento social, lavado de manos...?

Seamos más empáticos y no criticar desde nuestra comodidad, porque quizás podemos ayudar a unos 5 o 10, pero jamás a más de 7 mil personas, y ni las ayudas humanitarias podrían garantizar un apoyo al 100% o con todas las necesidades básicas de las personas.

Estos son tiempos de practicar la responsabilidad colectiva, el autocuido y la empatía. Cerrar todo seria condenar a la mayor parte de la población a la pobreza extrema, que después generaría otras problemáticas sociales. Me atrevo a decir que esto es la realidad de todo el país, la única diferencia es que el territorio continental de Nicaragua y las mismas comunidades costeras del Caribe siembran y tienen todas las condiciones naturales para exiliarse.

Esto no solo es una emergencia sanitaria, sino humanitaria y económica, y la misma economía — si está bien o mal — es lo que va a permitir a muchos familiares y el mismo estado los recursos necesarios para resolver las problemáticas que provoca y provocará este virus de ahora a varios meses.

Hay muchas cosas que quizás se puede o falta hacer, o por lo menos exigirle más a la gente para que se cuiden, todavía más a los que por necesidad tienen que entrar y salir del territorio — en el caso de Corn Island; pero al final, nosotros somos los que queremos seguir viviendo, por ende, seamos responsables, cuidémonos y así cuidaremos a los demás.

En muchos lugares del mundo la gente ya está volviendo a la “nueva normalidad", a sus trabajos, a sus actividades cotidianas, pero siempre tomando las medidas de precaución necesaria.

Así que, seamos más responsables, conscientes y por favor de no denigrar, divulgar ni discriminar a las personas o familiares víctimas del coronavirus, es antiético, inhumano y absurdo. Ya sabemos lo que afrontamos, lo miramos todos los días en las noticias desde hace más de tres meses e igual sabemos lo que hay que hacer.

Tomemos este momento de crisis para unirnos y de no señalarnos por nuestras diferencias ideológicas o étnicas. Habrá tiempo de hablar de política y de otros temas que siempre nos han dividido.

Hay que estar juntos en esta situación y al igual a como muchos hemos “aprendido” a lavarse las manos, aprendamos nuevos hábitos sociales para salvaguardar nuestras vidas y de las demás personas.

Me solidarizo con aquellas personas quienes perdieron a un ser querido por el Coronavirus, y con aquellos que están pasando por momentos difíciles.

Escribo este post para hacer énfasis en la realidad que vive Corn Island y su gente.

Saldremos de esto, seguiremos construyendo, pero por ahora, cuídense y sean responsables.